El confinamiento se convirtió en el momento perfecto para mirar hacia arriba y redescubrir el universo. A simple vista, las constelaciones. Con binoculares, la Luna. Con un telescopio, planetas, nebulosas, galaxias. Ver el cielo nocturno es una revelación sobre nuestra relación de escala con el cosmos; una epifanía sobre el milagro de la gravedad que nos mantiene en tierra cuando sentimos que podríamos caer al vacío de la noche.

Yo acababa de volver a la astronomía después de muchos años, cuando de pronto fuimos confinados por la pandemia. Estar en casa me permitió profundizar en mi pasión por el cosmos, y mi manera de compartirlo fue a través de la fotografía.

En estas páginas comparto algunas imágenes del cielo nocturno que he capturado en los últimos años, muchas de ellas desde el balcón o el techo de mi casa. Un ejercicio que me permite redescubrir la libertad mirando hacia el espacio infinito, recibiendo la luz que ha viajado miles de millones de años para llegar a nosotros y que ilumina el otro infinito, el que reposa dentro de cada uno de nosotros y que es igual de extenso.